La semana pasada participé en mi cuarto  proyecto Erasmus en el Instituto Serpis  y  como en  todos los anteriores , la experiencia ha merecido  muchísimo la pena.  Aunque es mi cuarta movilidad en estos programas , es la primera vez que he realizado un Job Sadowing , es decir, aprendizaje mediante observación , durante el cual hemos podido observar el día a día de un instituto italiano: sus aulas , laboratorios , profesorado, alumnado , metodología de trabajo y funcionamiento en general. Concretamente, estuvimos en el Instituto Técnico Tito Sarrochi de Siena.

Lo primero que nos llama la atención , es la existencia de bachilleratos técnicos, modelo que no existe en España , una mezcla entre bachilleratos y ciclos formativos al mismo tiempo , que te permite tanto ir a la Universidad ,como incorporarte al mundo laboral con una cualificación profesional. La dotación de los mismos es de muy alto nivel , tanto a nivel de laboratorios y talleres como de profesorado . Otra diferencia importante es la edad de los alumnos, empiezan el instituto a los 14 años y lo acaban a los 19 ,aunque la enseñanza es obligatoria hasta los 16 , no hay ningún título oficial a esa edad como en España.  Por otro lado , la enseñanza es inclusiva, es decir no existen colegios especiales para alumnos con discapacidad, por lo que están integrados en las aulas. En el centro existen 22 profesoras de apoyo en aulas diferentes, sin embargo,  no hay un servicio de pedagogos o psicólogos permanentes en el centro. A pesar de las diferencias, en estos años de pandemia , tenemos algo triste en común, el impacto de la misma , igual que en  España , ha afectado a muchos adolescentes , por lo que muchos de ellos están en tratamiento psicológico y todas las semanas viene un psicólogo un día a la semana para hablar con aquellos chicas y chicos que lo necesiten.

Volvemos llenas de proyectos , de futuras colaboraciones y de intercambios de ideas. Erasmus nos permite conocer nuevas formas de trabajar, sistemas educativos diferentes y sobre todo intentar mejorar en nuestro trabajo.

«ERASMUS SIEMPRE MERECE LA PENA»

María Jesús Rabadán