En un febrero pandémico surgió la oportunidad de participar en el programa Erasmus+ en Rumania. La verdad es que no me lo pensé nada, el hecho de poder ir a ver un país del que tenía poca referencia educativa me convenció de lejos frente al frío y el Covid.
El proyecto de Job Shadowing nos llevó hasta Onesti, un pueblo rumano con poca población muy cerca de la frontera de Moldavia.
Por los tiempos que vivimos en los cuales se puede hacer poca planificación a medio plazo nos encontramos con un programa en el que no sólo íbamos a ver clases si no que también contaban con que nosotros impartiéramos clases (finalmente fue más realizarlas nosotras que ver las de allí).
El instituto corresponde a alumnado de 14 a 19 años seleccionado que está orientado a la Universidad, el sistema educativo dirige a un instituto u a otro dependiendo de su nivel. Ya con esto , se puede deducir que el tipo de clases que se imparten son totalmente diferentes a las que nos encontramos nosotros. Las clases en la cuáles pude participar correspondían a alumnos de 1 y 2 de Bachillerato.
Sobre mi materia , matemáticas, observé muchas diferencias . Cómo he comentado el alumnado tienen unas medias altas , la relación de respeto al profesorado es impecable , hay mucha distancia entre el profesor y el alumno. El libro de texto ,que lo propone el Estado, es puramente de ejercicios. No están nada contextualizadas las matemáticas , no realizan problemas y son bastante mecánicos. Las clases las realizamos sobre las pruebas de selectividad de aquí en Valencia y las que realizan en Rumanía. El profesorado estaba muy contento de su metodología, los alumnos comentaron que echaban en falta más proximidad con el profesorado y otro tipo de actividades más aplicadas.